CONCLUSIÓN
Los ángulos de cámara apropiados pueden marcar la diferencia entre la adhesión y la indiferencia del público. El tamaño y el ángulo de la imagen determinan la parte del sujeto que el espectador verá, y desde qué punto de vista. Cada vez que se mueve la cámara se coloca al público en un nuevo punto de vista. Cada cambio del ángulo de la cámara debe contar, ya que nunca se debe mover el punto de vista del público innecesariamente.
Tanto si trabajamos con una planificación estricta o improvisando, el operador debe filmar el suceso con un plan de montaje definido en mente. La serie de planos que forman una secuencia debe ser filmada con un tratamiento progresivo, regresivo, repetitivo o contrastado, singularmente o en combinación, no como un surtido extraño de planos.
Para tener realmente éxito, una película debe sorprender visualmente al público, presentando puntos de vista frescos, diferentes tipos de planos y varios tamaños de imagen con una planificación impredecible. Una serie de primeros planos puede estar seguida por un gran plano general, o una secuencia puede comenzar con un primer plano en vez de con un plano general. La cámara debe registrar los hechos ahora desde este ángulo, luego desde ese otro. Las imágenes deben ascender en un plano y descender en el siguiente. Los actores y/o los movimientos de la cámara deben cambiar, no simplemente repetirse, siguiendo un patrón similar. Se deben filmar los escenarios desde un lateral o incluso sobre la parte superior, no siempre desde el frente. La variedad visual debe ser la clave, para mantener al publico interesado en lo que está sucediendiendo y en lo que sucederá después. Si se componen y filman las películas en plano general, plano medio y primer plano, es decir, en una progresión en 1-2-3, el público inconscientemente esperará un cierto tipo de plano, como un cierto ángulo y una cierta duración de la escena. Como resultado, el visionado de la película se hace tedioso. Se debe mostrar a los espectadores algo nuevo y diferente siempre que se tiene la oportunidad.
Los operadores de documentales deben considerar filmar más ángulos de cámara por encima del hombro y de punto de vista para implicar al público en el tema. La historia no debe ser rodada con una cámara de objetivo totalmente frío e impersonal. Se debería introducir al espectador en la película intermitentemente y permanecer al lado de unos personajes para mirar a otros personajes, el decorado y la acción desde un ángulo interior. De esta forma el espectador puede estar más dispuesto a identificarse con las personas de la película e implicarse más en el mensaje.
El operador de documentales tiene la ventaja sobre el director de fotografía de las películas de ficción de emplear la cámara subjetiva de vez en cuando, y permitir al sujeto mirar directamente hacia la cámara. En un anuncio de una compañía comercial se puede presentar al ingeniero, al vendedor o al ejecutivo de dicha compañía con una relación entre él y el espectador a la misma altura visual para lanzar el mensaje del anuncio con más fuerza.
El ángulo de cámara más difícil, que al mismo tiempo da pie a la experimentación, es el tratamiento subjetivo en el cual la cámara reemplaza a un personaje que debe relacionarse con los otros personajes de la película, de la manera que lo hacía el investigador de La dama del lago. Debe considerarse esta técnica siempre que se debe tratar un tema inusual de una manera novedosa que requiere sorprender o impresionar al espectador, o siempre que la condición mental del actor o un suceso explicado en flasbback sean remarcados con un tratamiento ligeramente diferente.
Un uso meditado de la cámara puede añadir variedad y fuerza a la narración. Se pueden seleccionar los ángulos de la cámara para capturar, sostener y dirigir el interés continuado del público.
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